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Errones Ortográficos, Sketchbooks y la Ilusión de Perfección de Nuestra Era

  • Foto del escritor: Priscila Castillo
    Priscila Castillo
  • 11 ago 2024
  • 3 Min. de lectura

Esto será algo extremadamente específico, pero recuerdo que cuando estaba en sexto de básica, una amiga me enseñó uno de sus cuadernos. Vi que cuando escribía con lapicero y cometía un error, al no poder borrarlo, lo que hacía era rayar la palabra para taparla. Rayaba tanto la palabra, que al final solo se veía un manchón enorme de tinta azul en medio de la pobre hoja casi perforada. Tiempo después, en Internet llegué a ver un artículo titulado “Dime cómo cubres tus errores ortográficos y te diré quién eres” (o algo así, no recuerdo bien), y mostraba eso mismo: Una explicación psicológica detrás de cada forma de corrección. Entre estas estaban, por ejemplo, tachar el error con una línea, usar corrector… y también la de rayar la palabra completa.


El artículo lo leí hace añazos, pero en esencia la explicación que daba es la siguiente: Tanto énfasis en tapar el error demuestra que la persona se avergüenza del mismo, a tal punto en que no concibe la posibilidad de que alguien más lo vea. 


No sé quién escribió ese artículo, pero la verdad es que no hay que ser un científico para ver que sí tiene sentido. En este caso, mi amiga era una persona muy ansiosa, a la que le importaba mucho la percepción que otras personas tuvieran de ella. En su caso, esto era totalmente cierto.


Recuerdo que después de leer ese artículo, empecé a fijarme en los tachones de cada cuaderno que veía. Una vez me topé con una compañera que no rayaba nada, sino que solo trazaba una fina línea por encima de la palabra, como indicando que había cometido una falta ortográfica y que, por lo tanto, lo ideal para el lector era pasar a la siguiente palabra, que sí estaba bien escrita. Cuando vi su cuaderno, sí fue graciosito ver las faltas, pero también pensé “Wow, a ella no le importa que la gente vea sus errores.”


Luego me fijé en mi propio cuaderno, y vi que hacía lo mismo que mi amiga. Rayaba para que no se pudiera ver. Me daba vergüenza el haberme equivocado en algo que consideraba “tan simple,” y no quería que se burlaran de mí o me juzgaran por ello. Cuando me dí cuenta de esto, me forcé a mí misma a hacer lo mismo que mi compañera, y empecé a dejar los errores más a la vista.


A pesar de ser algo tan pequeño como una palabra mal escrita en un cuaderno, no fue tarea fácil. Admitir ante el mundo que me había equivocado se sentía como admitir que no era perfecta. Sentía que me estaba exponiendo a las burlas, críticas y rechazo de los demás. Aun así, entrené ese músculo de la vulnerabilidad, y la verdad es que sí me ayudó a sentirme más en paz con mis errores. Aprendí a no juzgarme tanto a mí misma por ellos.


Lo mismo pasa con nuestro sketchbook. Hoy en día vemos cientos de libretas bonitas en Instagram y en Pinterest, llenas de obras finales y de bocetos tan bien hechos que parecen obras finales. En general, no importa si son pinturas, dibujos o esculturas; no importa si es maquillaje, ropa o peinados; rutinas, pasatiempos o hábitos… Todo parece ser perfecto.


Estamos en la era de la perfección.


De este modo, las cosas bonitas pasan de ser un simple entretenimiento visual, a ser un imperativo. Tanto a nivel profesional como personal, sentimos la presión de ser perfectos todo el tiempo. Sin embargo, al igual que con los cuadernos del colegio y las palabras mal escritas, sabemos que, por más que lo intentemos, esto es imposible.


Un sketchbook no está destinado a ser una colección de obras maestras. No es una galería personal donde cada página debe estar perfectamente compuesta y pulida. En realidad, un sketchbook es un espacio para experimentar, aprender y crecer como artistas. Es un lugar donde la creatividad puede fluir sin restricciones, y donde los errores no solo son aceptables, sino necesarios.


Así que la próxima vez que sientas la necesidad de arrancar una hoja, pegar las páginas o rayarlo todo… Recuerda que tus errores son los que te están convirtiendo en una mejor y más preparada artista. Recuerda que tu sketchbook no tiene que ser bonito; tiene que ser auténtico.


A continuación les dejaré una galería de fotos con las páginas más feosas de mis sketchbooks jajaja. ¡Que lo disfruten!




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